Este 21 de diciembre se celebrará el solsticio de verano, un evento astronómico que marca el día más largo del año y el inicio oficial de la temporada estival en el hemisferio correspondiente.
Este fenómeno ocurre cuando el eje de la Tierra se inclina en su máximo grado hacia el Sol, provocando que sus rayos incidan perpendicularmente sobre el Trópico de Capricornio en diciembre (hemisferio sur). Este momento, que destaca por la abundancia de luz solar, ha sido observado y celebrado desde tiempos antiguos, siendo un punto clave en la conexión entre las comunidades humanas y la naturaleza. A lo largo de la historia, diversas culturas han asociado el solsticio con simbolismos de vida, fertilidad y renovación.
Para la Francmasonería el solsticio se ha convertido en una ocasión para honrar el poder del Sol y el vínculo con el entorno natural. Muchas potencias francmasónicas celebran este momento del año con ceremonias especiales que combinan la reflexión filosófica con la celebración de la fraternidad, renovando el compromiso de nuestros hermanos y hermanas con su misión de contribuir “A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo” y/o “Al Progreso de la Humanidad”, mediante la luz del conocimiento y la virtud.
