El nacimiento de la masonería mixta en el Mundo posee antecedentes en las corporaciones o gildas de albañiles y artesanos de las grandes construcciones medievales.
La Masonería operativa se había organizado y había creado un mundo aparte. Dichos Masones se desplazaban sin cesar, de construcción en construcción, emancipándose de la autoridad de las corporaciones, de los señores y de la Iglesia. Formaron oficios francos (libres) y se liberaron del pago de los impuestos.
Existe una no despreciable cantidad de documentos que evidencias el trabajo en mixicidad en el oficio de la construcción de catedrales.
Su importancia se desarrolló del siglo XII al XIV, para posteriormente disminuir poco a poco.
En los comienzos del Renacimiento, el protestantismo, al oponerse a la Iglesia, había debilitado Romania y provocado una ruptura en el mundo cristiano. Galileo, apoyándose en la ciencia y en las matemáticas, había abierto a los investigadores de la época un mundo nuevo y también había probado que el Universo parecía ser infinito. La ciencia avanzaba rápidamente y se establecía una separación entre el dogma de la religión y el terreno de la razón.
A fines del siglo XVII aparecía la idea de un deísmo que se dirigía, poco a poco, hacia la noción de un creador, similar a un gran arquitecto o a un gran relojero, que habría creado el mundo según reglas inmutables. La Masonería se había mantenido en Gran Bretaña, donde la guerra civil y los conflictos religiosos habían marcado considerablemente el siglo XVII.
El paso de Masonería operativa a Masonería especulativa se dio en forma gradual. Las Logias de Masones operativos recibían a Masones Aceptados que participaron de las discusiones y luego fueron iniciados.
Aquellos masones aceptados -algunos de ellos miembros destacados de Instituciones Científicas tan prestigiosas como la Royal Society de Londres-, trataron de incorporar al Universo Mental de las Logias, los Ideales propios de la Ilustración imperantes ya en el siglo XVIII, aunque siempre dentro del concepto religioso y social de considerar a la mujer como un ser inferior, no apta para ese tipo de trabajo, tal como lo declarara abiertamente Rousseau.
En el siglo XVIII, se presenta en parte una marcada laicización que se basa -según la ideología Andersoniana- en un punto sobre el cual todos los hombres parecen estar de acuerdo: el Deísmo, una especie de religión natural libre de toda restricción que busca la felicidad para todo el mundo.
En este contexto, donde en gran bretaña se es testigo de la unión de cuatro logias en Londres venidas a menos, tres de ellas operativa y una especulativa, las cuales se juntan el 24 de junio de 1717, para crear la Gran Logia de Londres y Westminster, con el fin de apoyarse entre ellas y así evitar la muerte por decadencia.
Dentro de las varias acciones que acuerdan está la de redactar una Constitución, la que encargan a dos pastores protestantes: James Anderson y Jean Théophile Desaguliers, basándose en los famosos Old Charges (conjunto de manuscritos de la Masonería Operativa), quienes -por supuesto-, omitirían toda referencia a la mujer en estos antiguos manuscritos a raíz de la fuerte influencia religiosa.
El hecho anterior influyó por décadas en la exclusión del trabajo mixto en la vida masónica especulativa en un contexto de plena vigencia religiosa.
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente francesa el 26 de agosto de 1789.
Pese a lo anterior, se manifiesta una tendencia a la universalidad a través de una apertura hacia el espíritu de las luces, caracterizado por el respeto de la tolerancia y por la fraternidad. La revolución francesa iba a consagrar este estado de conciencia, que numerosos masones manifestaban, con la defensa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, así como con el rechazo de todo dogmatismo.
Es en base a la coherencia de este espíritu cívico, que en el Siglo XIX se buscó la ampliación de los derechos en el entorno, como en el mundo franc-masónico.
La promoción del librepensamiento, conquistando hombre y mujer, en igualdad de condiciones los derechos cívicos, es justamente el terreno que Georges Martin y María Deraismes buscan materializar a través del establecimiento de “Le Droit Humain” con la clara búsqueda de “reunir lo disperso y favorecer el perfeccionamiento humano”.